En 1974, en una región del Pacífico colombiano marcada por la pobreza, el analfabetismo y la exclusión social, Julieta Mejía de Corredor inició un sueño transformador. Bajo una choza abierta a los cuatro vientos, comenzó a enseñar a los niños de la zona, contratando a la primera maestra que impartiría clases en lo que se conocería como “la escuelita”. Este humilde inicio sentó las bases de lo que años más tarde se convertiría en una institución educativa sólida y comprometida con el bienestar de la comunidad.
En 2004, la familia Corredor formalizó su compromiso con la educación y el desarrollo social al constituir la Fundación para el Bienestar del Mira, Fundamira, como entidad sin ánimo de lucro. La fundación nació gracias a las donaciones personales de Julieta Mejía de Corredor, Alberto Corredor y sus ocho hijos, quienes aportaron recursos y esfuerzo para mejorar las condiciones de vida en la región del río Mira, en el departamento de Nariño, Colombia. Además, la comunidad local, representada por Palmeiras, donó tierras para la construcción de la primera escuela, consolidando así el proyecto educativo iniciado años antes.
Con el apoyo de la curia local y los fondos de Kinder Mission Alemania, se construyeron las primeras instalaciones. En 2009, un desbordamiento del río Mira obligó a cambiar de emplazamiento.
En 2010 se inauguró el Instituto Julieta de Corredor, en honor a su alma fundadora. Desde entonces, tanto las instalaciones como los programas de educación primaria y el centro comunitario vocacional han crecido año tras año, con el respaldo de empresas e instituciones públicas y privadas que han permitido la consolidación de Fundamira.
Los programas educativos y el centro comunitario vocacional han contado con el apoyo de distintos Rotary Clubs de Colombia y Estados Unidos, fortaleciendo la formación de maestros y niños año tras año.
Desde 2004 hasta mediados de 2025, Beatriz Corredor Mejía asumió el liderazgo de la Fundación, continuando el legado de su madre. Su incansable labor dejó un instituto bien consolidado, con la mejor educación de la región, y un centro vocacional que ha brindado soporte a la comunidad.
Beatriz, con el apoyo de una junta directiva constituida por los socios fundadores y la empresa Palmeiras como parte de ellos, sus hijas y familia, así como de una red de voluntarios han trabajado arduamente para hacer este sueño realidad.
Gracias a las donaciones de instituciones públicas y privadas, Fundamira ha ido ido creciendo en estructura y programas.
Actualmente, Fundamira se encuentra en proceso de cambios, consolidando su estructura administrativa con nueva gobernanza y trabajando de la mano de la empresa Palmeiras para seguir siendo el mayor referente educativo y social de la región.
La Fundación Fundamira continúa siendo un faro de esperanza y progreso en la región del Mira, comprometida con la educación, el bienestar y el desarrollo integral de las comunidades más vulnerables.